El origen del SII es desconocido y probablemente es el resultado de varios factores. Entre ellos, el papel del estrés psicológico crónico y de las infecciones es cada día más reconocido, como se desprende de estudios recientes. Una posible explicación para entender el papel determinante de estos factores puede residir en las alteraciones que, junto a factores como la dieta, el uso de fármacos o el alcohol, provocan en la barrera superficial del intestino.
La extensa superficie intestinal está recubierta por una barrera física, la mucosa, formada mayoritariamente por una monocapa de células epiteliales. Estas células están unidas entre sí de forma que el espacio entre ellas permanece sellado mediante estructuras complejas conocidas como uniones estrechas, uniones adherentes y desmosomas. Este sello celular controla e impide el paso o permeabilidad de sustancias y moléculas nocivas desde la luz del intestino hacia el interior, donde su contacto con el sistema local de defensa, el más numeroso y complejo del organismo, podría iniciar respuestas inadecuadas y contribuir al mal funcionamiento del aparato digestivo, característica principal de enfermedades tan frecuentes como el SII. Sin embargo los mecanismos últimos que mantienen la integridad funcional de la barrera no se conocen en su totalidad.
Estudios recientes han demostrado que la mucosa intestinal de pacientes con SII a menudo está infiltrada por células inflamatorias activadas (linfocitos y mastocitos), dotadas de un enorme potencial inmunológico para la defensa del organismo, pero que en ausencia de mecanismos reguladores apropiados puede también conducir a una disfunción del sistema digestivo, como ocurre en la enfermedad celíaca o en la alergia alimentaria. En el intestino de algunos pacientes con SII, estos cambios se asocian a una mayor tasa de activación de genes proinflamatorios y de alteraciones en genes y proteínas claves en el mantenimiento de la integridad y permeabilidad de la barrera intestinal, cambios que en caso de ser confirmados en nuevos estudios, podrían ser de enorme relevancia para entender la aparición del dolor abdominal y las alteraciones en el ritmo y/o consistencia de las deposiciones típicas del SII.
Finalmente, se conocen numerosas moléculas capaces de alterar la función de barrera intestinal, como hormonas, neurotransmisores, toxinas, prostaglandinas, proteasas, neuropéptidos, y algunos nutrientes. En el intestino su origen es muy diverso, desde células epiteliales, endocrinas, inmunológicas, y neuronas, hasta bacterias de la flora comensal o patógenas. Aunque se desconoce su papel específico en la generación de los cambios moleculares y genéticos antes mencionados, estudios emergentes se plantean esclarecer el papel de estos mediadores. Estas aportaciones presumiblemente facilitarán el diseño de estrategias terapéuticas específicas e innovadoras en la prevención y control clínico efectivo del SII y de otros trastornos gastrointestinales afines.
Maria Vicario, Carmen Alonso, Javier Santos (Departament de Gastroenterologia de l'Hospital Universitari Vall d'Hebron)